lunes, 20 de abril de 2015

LAS ÁGUILAS NO SUBEN POR LA ESCALERA


"El pedagogo había preparado sus métodos con minuciosidad; había establecido científicamente, decía, la escalera que debía permitir el acceso a los diversos estadios del conocimiento; había medido experimentalmente la altura de estos peldaños para adaptarla a las posibilidades normales de las piernas infantiles; había colocado, aquí y allá, un descansillo cómodo para tomar alimento y la barandilla solícita sujetaba a los principiantes.
El pedagogo se irritaba no con la escalera, concebida y construida científicamente, sino con los niños que parecían insensibles a su solicitud.
Se irritaba porque todo sucedía normalmente cuando él estaba presente vigilando el ascenso metódico de la escalera, peldaño a peldaño, respirando en los descansillos y agarrados a la barandilla. Pero, si se ausentaba un momento ¡Qué desastre y qué desorden! Sólo seguían subiendo metódicamente, peldaño a peldaño, agarrándose a la barandilla y respirando en los descansillos, los individuos a quienes la escuela había marcado suficientemente con su autoridad, como a aquellos perros de pastor a los que la vida ha educado para seguir pasivamente a su dueño y que se han resignado a no obedecer ya más a su naturaleza de perros franqueando senderos y malezas.
La pandilla de niños se entregaba a sus instintos y hallaba de nuevo sus necesidades; uno subía la escalera a gatas; otro tomaba impulso y trepaba por los peldaños de dos en dos, saltándose los descansillos; incluso había quienes intentaban subir andando hacia atrás y, a fe mía, adquirían en ello cierta maestría. Pero, sobre todo, increíble paradoja, estaban aquellos -y eran la mayoría- para los que la escalera estaba demasiado falta de atractivos y aventuras y que, rodeando la casa, agarrándose a los canalones, franqueando las balaustradas, llegaban arriba en un tiempo récord, mucho mejor y más rápido que por la escalera llamada metódica y, una vez arriba, bajaban por la barandilla como por un tobogán... para volver a empezar esta ascensión apasionante.
El pedagogo persigue a los que se obstinan en no subir por las vías que él considera normales. ¿Se ha preguntado si, por azar, su ciencia de la escalera no será una falsa ciencia y si no habrá otras vías más rápidas y más saludables que procedan por saltos y por zancadas; si no habrá según la imagen de Victor Hugo, una pedagogía de las águilas que no suben por la escalera?.



Celestin Freinet "Una pedagogía moderna de sentido común". Editorial Morata. Madrid 1996.
Este texto forma parte de "Los dichos de Mateo", título general con el que Freinet publicó entre 1946 y 1954 unas crónicas periódicas en su revista "El educador".
 

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